Hay enfermedades que en la mayoria de las veces tienen que ver con las emociones.Y cobra mucho sentido, porque si estamos enganchados con un pensamiento bien sea negativo o positivo el cuerpo reacciona nos pone en alerta.
El entorno también influye en nuestras emociones. Todos tenemos la tentación de caer en una sensación de impotencia cuando el entorno no es el adecuado. Si somos conscientes de que podemos elegir el entorno cambia.
El ser humano tiene la decisión de poder elegir. Cuando nos conectamos con lo positivo nuestro cerebro lo recibe y nuestro cuerpo puede reaccionar positivamente.
A veces, basta con detenerse y preguntarse:
¿Qué espero yo de la vida?
¿O qué espera la vida de mí?
Reflexionar sobre estas preguntas puede ayudarnos a ver con mayor claridad, a reconectar con nuestro propósito y a recuperar la esperanza. Y cuando hay esperanza, la mente se transforma… y el cuerpo también.
No estás solo, no estás sola. Y pedir ayuda no es señal de debilidad.
Al contrario, pedir ayuda es un acto de valentía, de amor propio y de sabiduría. Reconocer nuestras necesidades es el primer paso para sanar, crecer y vivir con más confianza.
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